Greenpeace presenta un informe en el que afirma que eliminar la pesca industrial en favor de la artesanal crearía más de 60.000 empleos en España
“Faltan peces y sobran barcos”. La ecuación es simple para Mario Rodríguez, director ejecutivo de Greenpeace. Así ha resumido la problemática respecto al sector de la pesca en España que debería avanzar, en su opinión, hacia otro modelo más sostenible medioambiental y económicamente. Y la fórmula, según cálculos de la ONG, cuadra. En el informe Empleo a bordo, presentado este martes, la organización ecologista afirma que una inversión de 2.725 millones de euros en los próximos diez años en pesca artesanal y sostenible, en detrimento de la industrial, generaría un aumento de la producción de 4.000 millones de euros y la creación de 60.100 empleos netos en España. Más aún, se evitarían unas 420.000 toneladas de CO2 a la atmósfera en 2024, según sus datos.
Frente al argumento de que la eliminación de la pesca industrial significaría una gran pérdida en términos económicos y puestos de trabajos, Celia Ojeda, responsable de la campaña de océanos de Greenpeace, contesta rotunda: “quedarían compensados porque habría un trasvase de trabajadores hacia la pesca artesanal y otros empleos en el sector”. El documento subraya que, de continuar el modelo actual y teniendo en cuenta la destrucción de empleo en el sector de las últimas tres décadas, en 2024 se habrían perdido 14.000 puestos.
Para calcular el efecto sobre la economía y el medio ambiente si se adoptara un modelo pesquero 100% sostenible, la ONG ha cruzado datos del Instituto Nacional de Estadística sobre el sector con tendencias y estudios de caso. Para llegar a ese escenario ideal, la organización ecologista señala que no solo habría que aplicar estrictamente el Reglamento de Política Pesquera Común adoptado en enero de 2014, sino que habría que tomar una serie de medidas adicionales que necesitarían de la citada inversión de 2.725 millones de euros. Estas son.
1. Apoyo a la pesca artesanal y sostenible
“La pesca artesanal se caracteriza por su sostenibilidad ambiental y social porque supone el 77% de la flota en España”, señala el documento de Greenpeace con datos del Consejo Económico y Social de 2013. Eso, sin contar el marisqueo a pie o en embarcación. Las actuaciones pasarían porque los pescadores que practican las conocidas como artes menores (técnicas selectivas con escaso impacto en el medio marino), tuvieran un acceso exclusivo a los recursos dentro de las 12 millas del mar territorial, así como la creación de un etiquetado especial para el pescado obtenido de manera sostenible.
Para este punto, la organización estima que sería necesario invertir 483 millones de euros para un aumento de 1364 millones de euros en producción así como la creación de 24.137 puestos de trabajo.
2. Eliminación progresiva de las artes destructivas
La ONG mantiene una batalla abierta contra la pesca de arrastre que representa el 11% de la flota total del país. Las redes de los barcos que practican este método, que recogen todo desde el fondo hasta la superficie, atrapan todas las especies que se encuentran a su paso “lo que genera una gran cantidad de descartes de peces y otras especies que vuelven al mar muertas o moribundas”, denuncia el informe Empleo a bordo. Más aún, el paso de la red, debido a su peso y al de las puertas que las mantienen abiertas, destruye el fondo marino, según la organización. Por eso, Greenpeace propone la completa desaparición de la flota de arrastre de la que un 30% podría reconvertirse y practicar otros métodos de pesca más selectivos. “Pero no hay información sobre el coste que supondría esta transformación”, matiza.
La estimación de Greenpeace es que con esta medida se perderían 9.000 empleos y una producción de 1.180 millones de euros. Si bien, la desaparición de grandes barcos de arrastre le ahorraría a la atmósfera 738.000 toneladas de CO2.
3. Ampliación de la red de Reservas Marinas
En España, apenas el 1 % de la superficie marina del país está protegida como Reservas Marinas, donde se prohíben actividades extractivas agresivas como la pesca. Greenpeace propone crear 49 nuevas áreas con esta protección hasta alcanzar el 10% de la superficie. Esto permitiría, según la ONG, llevar a cabo actividades de formación, investigación y turismo compatibles con los niveles de protección de las reservas.
Esta propuesta sería una de las que mayor presupuesto requeriría (770 millones de euros) y generaría en números de Greenpeace, más de 11.600 empleos y 1.260 millones de euros de producción.
4. Conversión de la pesca de altura en sostenible
El 2,3 % de la flota con bandera española practican la pesca de altura y gran altura, lejos de las costas europeas y con un importante impacto sobre los recursos y los ecosistemas de terceros países. Entre otras actuaciones, Greenpeace propone la limitación de embarcaciones que practican este tipo de pesca, así como la prohibición de importaciones de pescado sin información sobre el origen o certificación de legalidad.
5. Limitación de las explotaciones de acuicultura
“Contrariamente a lo que algunos piensan, la acuicultura no es la solución a la sobreexplotación de los océanos ni al hambre en el mundo”, explica el informe de la ONG. La ecuación es sencilla: para alimentar a las especies de cría o engorde, se utiliza principalmente pescado salvaje, a veces en cantidades mayores a las que se van a obtener. Para la crianza en cautiverio de peces para el consumo es necesaria además, la ocupación de zonas costeras donde se construyen las instalaciones.
6. Informar y concienciar a los consumidores
En este sentido, para una mayor sensibilidad de los compradores a la hora de elegir pescado sostenible por los beneficios para la economía y el medio ambiente, la publicidad y el etiquetado son claves, según Greenpeace. Sin embargo, poner una pegatina con datos como el origen del pescado y el día de captura, ya sea pescado en lata o fresco, es una medida que se presenta sencilla en la teoría pero que en la práctica se ha topado con grandes obstáculos en el entramado legislativo europeo debido a la férrea oposición de la gran industria. Esto se explica, en parte, por el modo de trabajar de los grandes barcos que pasan semanas sin ir a tierra. Si al vender el pescado tiene que indicar la fecha de captura (en vez de la de desembarco) puede que hayan pasado días, e incluso semanas, lo que les hace menos competitivos frente a la pesca artesanal, que vende el pescado el mismo día en que este fue sacado del mar. Fresco.
7. Cumplimiento de los óptimos biológicos
Pescar lo que hay cuando hay, evitando la sobreexplotación y la consecuente extinción de especies en determinadas áreas. Debe ser obligatorio, estima Greenpeace, que se respeten las recomendaciones científicas, tanto en el reparto del acceso a los recursos pesqueros como en el posterior control de las capturas en puertos. Para ello es necesario, dicen desde la ONG, un incremento de recursos humanos y técnicos para levar a cabo las investigaciones pertinentes sobre las variaciones anuales en algunas especies.
8. Control de la contaminación del litoral
A este propósito es al que Greenpeace cree que habría que destinar una mayor cantidad de recursos (1.375 millones de euros en diez años). “Es vital para la salud de los ecosistemas costeros”, señala su documento presentado este martes. Bastaría dicen, con el cumplimiento de la normativa vigente sobre el tratamiento de aguas residuales. Se generarían más de 32.000 empleos, afirman.
Fuente: El País
Autor: Alejandra Agudo